¿En 1095, qué Papa predicó la primera cruzada en la plaza de Clermont?

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Fue el Papa Urbano II quien, en 1095, lanzó el histórico llamamiento a la primera cruzada en el Concilio de Clermont, en el centro de Francia. Este acontecimiento marcó un importante punto de inflexión en la historia medieval, no sólo para la cristiandad latina, sino también para las relaciones entre Occidente, el Oriente cristiano y el mundo musulmán.

Nacido hacia 1042 con el nombre de Odón de Châtillon, Urbano II se convirtió en Papa en 1088, sucediendo a Gregorio VII, cuya labor de reforma de la Iglesia continuó. Monje benedictino y más tarde abad de Cluny, encarnó la visión de una Iglesia fuerte, unificada bajo la autoridad del Papa y comprometida con la reforma moral y espiritual de la Cristiandad.

Su pontificado se desarrolló en este contexto de reforma gregoriana y de tensiones políticas con el Imperio germánico, pero también en un contexto cada vez más tenso entre la Cristiandad latina y el Islam, sobre todo en el Mediterráneo oriental.

En noviembre de 1095, Urbano II convocó un gran concilio en Clermont, Auvernia, para tratar cuestiones eclesiásticas. Pero fue en este contexto en el que, el 27 de noviembre de 1095, pronunció un encendido discurso ante una multitud reunida en la plaza de la ciudad, en el que pedía la liberación de Jerusalén y de los santos lugares de Cristo.

Este discurso respondía en parte a una petición de ayuda del emperador bizantino Alexis I Comneno, que se enfrentaba a una invasión selyúcida procedente de Asia Menor. Pero Urbano II fue más allá: transformó este llamamiento defensivo en una cruzada religiosa, una guerra santa para liberar el Santo Sepulcro de Jerusalén.

Prometió el perdón total de los pecados a los que partieran, una importante innovación teológica y un poderoso incentivo espiritual.

El discurso de Urbano II tuvo un impacto considerable. Las crónicas de la época nos han legado varias versiones de su llamamiento, en particular las de Guibert de Nogent, Robert le Moine, Fulcher de Chartres y Baudri de Dol, cada una de las cuales destaca un aspecto particular del mensaje del pontífice: la ayuda a los cristianos de Oriente, la liberación de Jerusalén, la promesa de la salvación eterna.

El grito Deus vult (¡Dios lo quiere!), según las crónicas, fue coreado por la multitud, marcando el nacimiento de un entusiasmo colectivo sin precedentes. Este grito se convertiría en la consigna de los cruzados.

El llamamiento del Papa dio origen a la Primera Cruzada (1096-1099), en la que miles de caballeros, campesinos, eclesiásticos y aventureros partieron hacia Oriente. Tras un viaje difícil y sangriento, los cruzados lograron tomar Jerusalén en julio de 1099 y establecer varios estados latinos orientales, entre ellos el Reino de Jerusalén.

Aunque la Cruzada estuvo motivada por la religión, también tuvo un impacto político, económico y cultural duradero. Reforzó temporalmente el poder papal, amplió los horizontes geográficos de los europeos y creó nuevas tensiones entre cristianos y musulmanes, así como entre las Iglesias romana y bizantina.

En 1095, el Papa Urbano II predicó la primera cruzada en la plaza de Clermont, llamando a los cristianos de Occidente a liberar Jerusalén. Este llamamiento fue un punto de inflexión histórico y el primero de una serie de cruzadas que iban a tener un profundo impacto en la Edad Media. Con este gesto, Urbano II afianzó la autoridad espiritual del Papa e hizo de la cruzada un elemento central de la identidad cristiana occidental.

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¿En 1095, qué Papa predicó la primera cruzada en la plaza de Clermont?

Respuesta

En 1095, el Papa Urbano II predicó la primera cruzada en la plaza de Clermont, llamando a los cristianos a liberar Jerusalén de los musulmanes.